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17 ene 2012

Captamos clientes y olvidamos a los nuestros?


En los últimos meses, por diferentes circunstancias he cambiado a nivel particular a casi todos mis proveedores de servicios: de telefonía móvil, de electricidad, de gas, de seguros (coche y casa), de mutua, hasta de banco (con todas sus variables, nómina, plan de pensiones, etc..)

El primer motivo: Mi proveedor habitual me relegaba a ser un mero espectador de su “promociones” para captar nuevos clientes.  Yo no podía “participar. Ya era su prisionero......y encima no tenían ningún problema en decírmelo a la cara   

                            
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     Segundo motivo: Las campañas agresivas de otras compañías por captar cuota de mercado, unido a la necesidad de controlar más todos  los gastos, hacían que pidiera información de  esas ”ofertas”

Tercer motivo: Cuando comunicaba a mi compañía del cambio de proveedor, entonces ya era un cliente digno de recibir sus ofertas, me rebajaban precios y ofrecían más servicios o productos por menos dinero. El sentimiento que me generaba era de haber sido “engañado” por mi proveedor de toda la vida                

Entre unos y otros me han convertido en un EX cliente receloso
En tiempos de crisis todo el mundo quiere captar clientes y mercado para minimizar las caídas de ventas.

Esta estrategia de captación hace olvidarnos del cliente histórico. En todos los cursos hablan que el coste de captar a un nuevo cliente es 7 veces mayor que el de mantenerlo.
Recuerdo que cuando era niño y jugaba al ajedrez con mi padre, el afán de “comer” fichas me llevaba a olvidarme de las propias, ......y perdía siempre!!!

Luego, si  dedicamos todos nuestros enfoques a captar, y perdemos clientes “rentables” e imagen de Compañía, quizás estemos condenándonos a un futuro poco halagüeño.